Una molécula desarrollada por científicos liderados desde la Universidad Erasmus de Rotterdam (Holanda) revierte varios signos del envejecimiento en ratones.
Tras tres inyecciones, a los roedores ancianos les volvió a crecer el pelaje, sus riñones funcionaron mejor y recuperaron el vigor físico.
Según publican esta semana en la revista Cell , los investigadores han diseñado una molécula que provoca que las células dañadas por el envejecimiento se suiciden, lo que reduce la inflamación de los tejidos y mejora su funcionamiento. FOXO4-DRI –así se llama la molécula– “es efectivo en vivo y por lo tanto, en teoría, también aplicable contra el envejecimiento en humanos”, explica por correo electrónico Peter de Keizer, director de la investigación.
A lo largo de los años, las células van acumulando daños en su ADN que repercuten en su actividad. Cuando las lesiones son irreparables, pueden escoger suicidarse para no poner en riesgo su entorno.
Pero también puede ocurrir lo contrario. Si las células siguen viviendo a pesar de los daños, se vuelven senescentes, y su comportamiento aberrante provoca que los tejidos se inflamen. Según de Keizer y su grupo, ésta es una de las principales causas del deterioro que los años infligen en el cuerpo.
El vigilante del ADN
Cuando el ADN se lesiona con la edad, lo que le dice a una célula que ha llegado su hora es una proteína llamada p53. p53 vigila que todo esté en orden; si algo falla, desencadena una cascada de reacciones que culmina en la apoptosis, el suicidio celular, antes de que el mal sea mayor. Por eso, este guardián también juega un papel clave en evitar el cáncer.
Sin embargo, los investigadores descubrieron que en las células senescentes otra proteína, FOXO4, se une a p53 y bloquea su funcionamiento. Eso evita que se produzca la apoptosis y, a medida que pasa el tiempo, en los tejidos se acumulan cada vez más células senescentes que entorpecen su funcionamiento.
Al intuir que esta interacción era clave para el envejecimiento, el equipo de de Keizer reprodujo el pequeño fragmento de FOXO4 que se une a p53 de forma artificial. Este trozo de proteína, o péptido, es FOXO4-DRI, y compite con el FOXO4 natural de las células por engancharse a p53.
Pero, como está ligeramente modificado, se une mejor a p53 que su competidor. Así, la proteína vigilante queda libre para llevar a cabo su función: poner fin a la vida de las células senescentes.
Los efectos del tratamiento
Los científicos probaron sus hipótesis primero en células, y luego en dos tipos de ratones: unos que envejecen de forma acelerada y otros que lo hacen de forma natural. En los ratones que envejecieron prematuramente, tres inyecciones de FOXO4-DRI a lo largo de una semana tuvieron un impacto drástico. A los diez días del tratamiento, les empezó a crecer de nuevo el pelaje que habían perdido.
A las tres semanas, mejoró su forma física, ya que pasaban más tiempo corriendo en las ruedas de sus jaulas. Y un mes tras las inyecciones, los marcadores indicaron que sus riñones funcionaban mejor. Los ratones envejecidos de modo natural también experimentaron los mismos efectos por el tratamiento de FOXO4-DRI, aunque menos abruptamente.
Los investigadores exploran ahora la posibilidad de trasladar el avance a humanos. “El principal obstáculo antes de hacerlo es que este péptido mata células. Células malas, pero células al fin y al cabo”, reconoce de Keizer. Por ello, y aunque ratones tratados con FOXO4-DRI durante un año no han mostrado efectos secundarios, la molécula deberá superar primero estrictos ensayos de toxicidad, informa el investigador.
Los científicos exploran la posibilidad de trasladar el avance a humanos
Ya que probar el fármaco por primera vez en personas sanas no es viable, el grupo planea testarlo antes en pacientes de glioblastoma, un tipo de tumor cerebral letal que actualmente carece de terapias eficaces. FOXO4-DRI ha demostrado ser muy eficaz contra este cáncer, probablemente porque promueve que se suiciden las células dañadas y aberrantes, como las tumorales.
“Una vez sepamos que este péptido es relativamente seguro en humanos, no dudaremos en hacer todo esfuerzo posible para intentar tratar a los pacientes que sufren enfermedades relacionadas con el envejecimiento”, subraya de Keizer. Según un comunicado difundido por Cell, el investigador prevé fundar una empresa para desarrollar la terapia si supera las pruebas de seguridad.
Para Carlos López-Otín, investigador especialista en envejecimiento de la Universidad de Oviedo, con el trabajo de de Keizer, en el que no ha participado, “se abre una nueva oportunidad de explorar el valor de este péptido para posibles intervenciones dirigidas a extender la longevidad humana”; así lo declara por correo electrónico.
CC