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En la concurrida calle Lorenzo de Garaicoa, entre 10 de Agosto y Clemente Ballén, un menor de edad trabajador pasa desapercibido por transeúntes y policías metropolitanos de Guayaquil. El niño vende zapatos deportivos. Cuando un cliente cotiza una talla que no tiene a la mano, entra al mercado municipal en busca de la talla que […]


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En la concurrida calle Lorenzo de Garaicoa, entre 10 de Agosto y Clemente Ballén, un menor de edad trabajador pasa desapercibido por transeúntes y policías metropolitanos de Guayaquil. El niño vende zapatos deportivos.

Cuando un cliente cotiza una talla que no tiene a la mano, entra al mercado municipal en busca de la talla que le pide.   

No es el único menor que trabaja en la zona. Hay otro que se llama Diego y tiene 12 años. A diferencia del primero, este último vende fundas de habas a $ 1.

Vestido con una camiseta de Barcelona, con el número 10 en la parte de atrás y pantaloneta verde, recorre todo el mercado. 

Él cuenta que trabaja ocho horas. “Estoy aquí hasta la tarde, luego voy a mi casa para cambiarme e ir al colegio. Estoy en séptimo de básica”.

En Ecuador, según la Encuesta de Trabajo Infantil (ENTI) 2012 del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), 360.000 menores de 18 años trabajaban, lo que equivale a 8,6% de este grupo etáreo. En 2001, los menores de 15 años con ocupación eran un 15,4%, cifra que se redujo en 2013 a 2,6%.

Reducción del trabajo infantil en Ecuador

Para Carlos Muñoz, presidente del Consejo Nacional para la Igualdad Intergeneracional (CNII), los índices son bajos en comparación con otros países (Paraguay y Bolivia, por ejemplo).

Él cita, apoyado en datos del sistema  integrado de conocimiento y estadísticas social del Ecuador (Sices) del extinto Ministerio Coordinador de Desarrollo Social, que el número de niños que no labora y sí estudia aumentó: en 2007 se situaba en 81% y en 2016 pasó a 89%.

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Ecuador integró la lista de países con “avances significativos” en 2013 con respecto a los años anteriores. Un informe de 140 países elaborado en 2014 por el departamento de trabajo de Estados Unidos, sobre labor infantil, lo corrobora.

Sin embargo, Muñoz reconoce que se requiere fortalecer los programas de erradicación de los ministerios de Trabajo y de Inclusión Económica y Social (MIES). “Es necesario llegar a lugares alejados, los rurales, donde se visibiliza más la problemática”.

Por su parte,  Édgar Andrade, director del Centro Muchacho Trabajador (CMT) de Quito, asegura que es importante entender qué es el trabajo infantil. “La Organización Internacional de Trabajo (OIT) determina que hay explotación del menor cuando labora más de una hora a la semana”.

El CMT intervino en 290 familias  y ha logrado que 50% de los  650 niños y adolescentes atendidos abandonen el trabajo infantil. “Dejar la actividad  ha permitido mejorar sus capacidades intelectuales y tener otras aspiraciones”.

Kevin V., de 14 años, se retiró de la venta de caramelos, aguas y jugos en las calles de Guayaquil.  Hoy cursa el décimo año de básica en un plantel privado. “Cuando termine quiero ser ingeniero en sistemas, a mí me gusta arreglar teléfonos y  computadoras”.

Él, desde los 7 años, se dedicaba a este oficio para ayudar a sus padres en el hogar.  “Con lo que ganaba podía pagar el colegio. Dejé de hacerlo porque ellos consiguieron un buen empleo y estable”.

Gestión estatal

Iván Espinel, titular del MIES, aseguró que se trabaja en la articulación con otras entidades. “Si vemos un niño en la calle vendiendo cualquier cosa o de betunero, tenemos la obligación de hablar con la familia, verificar si el entorno es adecuado y buscarle una oportunidad laboral a los padres. De ahí la articulación con los ministerios de Trabajo y Salud”.

Asimismo, aseguró que si esto no ocurre, el menor volverá a las calles. Por eso -agregó- para disminuir el trabajo infantil trabajan directamente con el núcleo familiar.

Con esta metodología concuerda Andrade. Él considera que la única manera para superar la dificultad es con la intervención de la familia. 

“Sin ellos no se podría lograr la transformación. Con ellos trabajamos de manera integral en base a fomentar valores: educación,  salud,  nutrición, recreación y ahorro, emprendimiento y vivienda”.

Desde que se formó el CMT, 7.000 familias se han visto beneficiadas con los programas. “Hay madres abandonadas, mujeres que no reciben pensión alimenticia, ni apoyo de sus parejas y que deben salir con toda la familia. Mientras no se solvente el ingreso será difícil solucionar la problemática”.

Plan Internacional, organización que ayuda a la infancia con su proyecto ‘Cartas de Niñas’,  identificó  barreras que les impiden a los menores alcanzar sus metas. Una de ellas era el trabajo infantil doméstico. En 2.000 misivas recogidas, el 78% de las niñas relató que estaban ocupadas en sus hogares.

“La vida para mí es triste. Me gusta estudiar para tener mi profesión y ser muy grande en la vida. En las noches voy con mi mamá para ayudarle a desgranar alverjas, bajamos a las 23:00 y le ayudo hasta la hora de irme a la escuela…”, escribió Sonia, de 12 años.

Gabriela, en otra carta, expuso: “Es triste decir que ahora los padres de familia deciden mandar a los niños a la escuela y que las niñas no tienen derecho de estudiar, que solo ellas tienen que hacer las cosas de la cocina y las tareas domésticas. Los padres de familia están perdiendo el cariño de sus hijas y solo se dedican a maltratar”.

De acuerdo con el ENTI, el 56% de la población infantil que trabaja y no estudia se considera feliz la mayor parte del tiempo, en comparación con el 86% del grupo que solo estudia.

Este año el CNII recibió alertas sobre menores que desarrollaban actividades de adultos.

Muñoz indicó que se acercaron a los gobiernos autónomos y al Ministerio de Trabajo. “Iniciaremos un proceso de observancia para evaluar cómo funcionan los programas para reducir la problemática”.

Para Andrade se requiere un nuevo esfuerzo: corresponsabilidad de la familia, la sociedad y el Estado. “Tenemos que crear nuevas metodologías. Es importante no comprarles a los menores. Si no damos caridad, ni compramos el negocio del trabajo infantil no será rentable”.

También plantea la elaboración de un acuerdo nacional para  lograr la erradicación.

 

Fuente: El Telégrafo








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