El 5 de junio se conmemoró el Día del Ambiente, pero el planeta no tiene por qué celebrar. El panorama es preocupante, en especial tras la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París, que busca disminuir la emisión de gases y frenar el calentamiento global.
El 2016 fue uno de los años más calurosos. Según la NASA, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM), en 2016 la temperatura global se situó 1,1 grados centígrados por encima de la que había en la era preindustrial. Además, fue 0,07 grados más caliente que 2015, y es el tercer año consecutivo que se erige como el más caliente.
Desde 1990, se han perdido 129 millones de hectáreas de bosques, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, (FAO). Mientras que la ONU señala que en América Latina se extrajeron 504 millones de metros cúbicos de madera en 2014.
Y en este panorama, el reciclaje y el tratamiento de los residuos sólidos son de suma importancia, ya que al descomponerse generan biogás, el cual está compuesto en cerca del 50% por metano. Este es uno de los gases que intervienen en el cambio climático, de ahí la necesidad de una correcta recolección de dichos residuos.
Así lo afirma Francisco de la Torre, ingeniero civil y ambiental y especialista en el manejo de residuos sólidos, quien tiene más de 25 años dedicado a proyectos de gestión integral de residuos. Según el experto, el metano tiene 21 veces más capacidad de absorber la temperatura que el CO2. Por esta razón, es más riesgoso tenerlo en el ambiente. “Esa es una de las grandes razones para controlar el biogás y los gases en los rellenos. Son centros de gran producción de metano”.
Para discutir el tema se realizó en Cuenca (Azuay), el VII Congreso Latinoamericano de Residuos Sólidos, donde De la Torre fue uno de los conferencistas invitados.
El especialista recordó que en los residuos sólidos, especialmente en nuestro medio, la parte orgánica está sobre el 70% que consiste en restos de alimentos.
Estos se llevan a la disposición final, ya sea un relleno sanitario o un botadero a cielo abierto, donde se descomponen y se produce biogás.
Una de las medidas es capturar el gas metano a través de chimeneas y conducirlo por tuberías para quemarlo, ya que es altamente combustible.
Pero otra opción, que se implementa ya en algunas ciudades ecuatorianas, es la generación de energía eléctrica a partir de ese gas.
Según De la Torre, en Cuenca hay una planta de generación de energía próxima a iniciar sus operaciones. Está desarrollada para producir 1 MW que luego se ampliará a 2 MW, y se encuentra en el relleno sanitario de Pichacay.
La energía eléctrica que ahí se produce puede abastecer a cerca de 7.000 familias y será vendida a la Empresa Eléctrica, explicó la gerenta de la Empresa de Aseo (EMAC), Andrea Arteaga, en entrevista con el diario El Tiempo.
La funcionaria aseguró que con 490 toneladas de residuos se generan 1 MW.
Además, desde hace 2 años cuentan ya con la licencia ambiental y el título habilitante por parte de la Agencia de Regulación y Control de Electricidad (Arconel).
Según Arteaga, tienen un convenio con autoridades del sector eléctrico para fijar el costo de $ 0,11 por kilovatio. “El dinero será para sostener la planta”.
Santiago Vázquez, ingeniero a cargo de la planta, indicó que al aprovechar de esta manera el biogás, se ha reducido el problema en un volumen aproximado de 76.500 metros cúbicos desde 2016.
“Esto equivale a la reducción de la contaminación equivalente a 14.000 vehículos livianos en un año”. El proyecto cuesta aproximadamente $ 3 millones.
En Quito también se encuentra una planta ubicada en el relleno sanitario El Inga. Según informa la Empresa Pública Metropolitana de Gestión Integral de Residuos Sólidos en su página web, 2 generadores producen 40 megavatios al día.
Lixiviados, otro problema
Pero el peligro de los residuos sólidos no es solo la generación de gases. También producen líquidos, conocidos como lixiviados. “Cuando dejamos en la casa una funda de basura con materia orgánica, al otro día está llena de líquidos que tienen mal olor. Imagínense un relleno donde llegan tantas toneladas”, señaló Francisco de la Torre.
Según él, los líquidos pueden infiltrarse y afectar mantos de agua, pues son más contaminantes que cualquier alcantarilla.
“Nosotros medimos el nivel de contaminación en miligramos por litro de DBO (Demanda Bioquímica de Oxígeno), que quiere decir cantidad de oxígeno que consumen los organismos para descomponer la basura en elementos y alimentarse.
“El agua servida en una alcantarilla muy contaminada tiene, por decir algo, 300 miligramos por litro de DBO. Los lixiviados están entre 10.000, 20.000 y 30.000 miligramos. Son hasta 100 veces más contaminantes”.
Para Belén Torres Cordero, gerente del Programa Nacional para la Gestión Integral de Residuos Sólidos del Ministerio del Ambiente del Ecuador (MAE), a escala mundial se busca cerrar los botaderos a cielo abierto.
“No deberían existir, pues la basura está expuesta al ambiente. Hay muchos factores, como por ejemplo los vectores, que son las aves que pasan ahí, los roedores e insectos, que ayudan a expandir la contaminación”. El objetivo de la cartera de Estado, dijo la funcionaria, es que dichos botaderos desaparezcan, “con lo cual se cuida el medio ambiente, la salud de los recicladores y de la ciudadanía”. Además, resaltó la labor del Ministerio del Ambiente.
“A través del programa de desechos sólidos trabajamos con los municipios, con la empresa privada, con la academia, con la empresa pública, para dar una buena gestión y un asesoramiento técnico en el manejo de residuos”.
De acuerdo con Torres, a la fecha, el 50% de los municipios disponen de manera adecuada sus residuos. “En 5 años hemos logrado este trabajo, y hoy también contamos con tratamientos alternativos a través de celdas emergentes, que son pequeños rellenos sanitarios en los que los municipios disponen sus desechos mientras se construye el relleno definitivo”.
Ecuador produce al año cerca de 4,7 toneladas de basura y una prioridad es reducir dicha cantidad. Una opción es reforzar la educación ciudadana para crear conciencia sobre la importancia de un adecuado manejo de los desperdicios.
Pilar Tello Espinoza, presidenta de la Asociación Interamericana de Ingeniería Sanitaria y Ambiental (Aidis), consideró que la educación debe empezar en casa, con los niños. “Ellos son el futuro del mundo”.
Según la experta, hay que enseñarles a no arrojar la basura a la calle desde el carro; si tienen algún desperdicio y no hay basureros cerca, que lo guarden hasta encontrar un sitio donde poder desecharlo.
“A los niños les pido que luchen; que si su papá quiere tirar algo, si su mamá tiene muchas fundas, los aconseje para las vuelvan a utilizar. Si una mesa no la usas, dásela a alguien que le sirva. Eso es manejo de residuos. Y ya no hablar de desecho. Desecho es algo que a nadie le sirve, el residuo sí. Lo que es un residuo para mí puede ser algo útil para ti”, indicó Tello, para quien se requiere un plan estratégico que se extienda más allá de los 4 años que dura el mandato de un alcalde.
Según ella, el tema es que no se arroje basura en las calles, que se respeten los contenedores de residuos, también pide a la población que no solo espere que el Gobierno haga algo por ayudarla.
Aprovechar a los recicladores
Para Ricardo Valencia, director de la Iniciativa Regional para el Reciclaje Inclusivo (IRR), que desarrolla acciones con recicladores en al menos 18 países, es tiempo de implementar una lógica circular. Significa reintroducir los residuos en los procesos productivos para reducir la demanda de recursos naturales.
“Estamos habituados a ir a la naturaleza, sacarle recursos naturales, consumirlos y, sobre todo, tirarlos en un relleno sanitario, en un vertedero, en un espejo de agua, etc. El reciclaje cambia esa lógica lineal de extraer, consumir y desechar, por una lógica circular”, afirmó Valencia, quien consideró que se requiere una política estatal y la formulación de políticas públicas de calidad, para lograr un impacto a gran escala. “El único camino que tenemos para cambiar esto es implementar políticas públicas pensadas en la lógica de una economía circular”.
Afirmó que sin esas políticas los ciudadanos pueden hacer separación en la fuente, pero no va a pasar mucho. Y los recicladores podrán hacer su trabajo, pero seguirán en condiciones precarias y de exclusión.
Para Valencia, estos personajes que recogen a diario la basura se convierten en un eslabón fundamental en la cadena de manejo responsable de residuos. “Hay que capacitarlos en temas más técnicos, como política pública, levantamiento de estructuras de costos para saber cuánto vale su trabajo y cómo deben organizarse los recicladores”.
Con él coincidió Laura Guanoluisa, presidenta de la Red Nacional de Recicladores del Ecuador (Renarec), que_reúne a más de 1.000 personas que laboran en esta actividad. Según ella, han trabajado duro en los cierres de botaderos a cielo abierto, pero su labor todavía no es reconocida. “Hay muchos municipios que nos quieren excluir y no debería ser así, debemos trabajar juntos”.
Aseveró que muchos técnicos de municipios no saben cómo es su trabajo. “No salen a hacer recorridos de campo, para ver cómo es nuestra labor”.
Cifras de la Renarec señalan que en solo las 6 principales ciudades del país más de 10.000 personas viven del reciclaje y más del 60% son mujeres.
Datos
– Un promedio de 2.000 toneladas de basura llega diariamente al relleno sanitario de Quito.
– El relleno sanitario de Cuenca ocupa 123 hectáreas, funciona desde 2011 y recibe 450 toneladas diarias de basura.
– En situación de desastres, como el terremoto del 16-A, hay otro tipo de residuos porque vienen apoyos externos, como enlatados o empaquetados. Puede crecer la producción de residuos en 60% u 80%, pero también se genera mucho material reciclable.
Fuente: El Telégrafo