El organismo requiere un buen descanso para aliviar el estrés, el dolor de espalda, además en los hombros y en el cuello fueron los primeros síntomas de fatiga. También irritabilidad en el trato con su esposo. Silvia Sosa, secretaria ejecutiva de 40 años, sentía que su organismo le estaba pidiendo vacaciones.
Así que junto con su familia planeó una ‘escapada’ a la playa de Tonsupa. Pese a que fueron solo tres días en la primera semana de este mes, esta madre dice estar aliviada. “Nos desenchufamos de las preocupaciones de la oficina. Siempre hace falta un tiempo así. Hace bien en lo laboral, porque se evita cometer errores por estrés”.
La psicóloga Paola Valladares confirma la tesis, que se escucha en conversaciones informales. Sí, el organismo necesita vacaciones -apunta- y recomienda tomarse aunque sea el fin de semana para desconectarse y resetearse.
En la última semana de junio, los estudiantes del régimen Sierra y Amazonía terminaron sus clases. Solo en Quito fueron 642 633. Es común que padres y madres tomen sus vacaciones de julio a agosto, para pasar un tiempo con sus hijos.
Más allá de ese deseo de compartir con la familia, una psicóloga, un neurólogo y un cardiólogo, entrevistados, aseguran que es saludable tener un tiempo de ocio a toda edad.
El neurólogo Édgar Samaniego cuenta que a su consulta llegan pacientes con síntomas inespecíficos. Presentan mareos, falta de concentración, pérdida de sueño, ansiedad, etc. Él los somete a exámenes de sangre, resonancias magnéticas y tomografías.
Al final descubre que es estrés, que requieren algo de descanso. “El estrés laboral no es extraño para nadie”, dijo el médico Francisco Becerra, subdirector de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en una cita sobre seguridad laboral.
El mundo del trabajo, con sus avances industriales, la globalización, el desarrollo tecnológico y las comunicaciones virtuales -mencionó- impone retos y condiciones que suelen exceder los límites de nuestras habilidades y capacidades.
El estrés -alertó el directivo de la OMS- puede conducir a disfunciones físicas, mentales y sociales; mermar la salud y la productividad y afectar a los círculos familiares y sociales. Eso lo confirman los testimonios de profesionales.
“Llega un momento del año en el que no piensas con claridad. Todo te molesta. No funcionas”. Lo admite Paula Oyarzo, médica general, que trabaja en un hospital pediátrico. Ella labora de 08:00 a 14:00, de lunes a viernes, y cada dos días además debe estar pendiente de su celular entre las 14:00 y las 22:00 o de 22:00 a 07:00, para correr a atender casos de emergencia.
Su esposo, traumatólogo, sale de casa a las 07:00 y en el mejor de los días vuelve a las 19:30. Si tiene cirugías llega a las 22:30. Ambos tienen dos hijas, Ariana y Diana, de 13 y 11 años, respectivamente, que están ya de vacaciones.
En junio viajaron a la playa. Han decidido salir cada fin de semana, planean ir al Quilotoa, Latacunga y Baños. En la última semana de agosto harán un tour playero hasta llegar a Mompiche.
Estar en familia y conocer lugares hace bien -opina Oyarzo-. Con sus hijas y esposo han ido a Chile, Panamá, Orlando ( EE.UU.) y San Andrés (Colombia).
A fin de año esperan salir al extranjero otra vez. Según el cardiólogo Ricardo Hidalgo, hay evidencias científicas de que durante las vacaciones, al reducirse la carga de estrés, disminuye la presión arterial y la frecuencia cardíaca.
Hay un efecto beneficioso sobre el corazón, porque aumenta el período de sueño. El Estudio Framingham Heart investigó el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares durante tres generaciones, desde 1948.
Entre los resultados se observó que quienes evitan tener vacaciones durante varios años tiene 30% más probabilidades de tener un ataque al corazón.
Hidalgo advierte que hay también malestares después de esa temporada, por excesos en bebida y comida, así que a veces el beneficio se reduce.
Para el neurólogo Samaniego, hay que desvincularse de esa estimulación visual constante, que implica revisar y enviar mensajes de Whatsapp o e-mails en el celular. El cerebro necesita un período de relajación para desarrollarse, en el caso de los menores de edad.
En los adultos, detalla, requiere parar, a modo de mantenimiento. Eso se puede lograr también con la práctica cotidiana de un deporte. “Cuando se habla de tiempo de ocio se piensa en algo improductivo”, anota la psicóloga Valladares.
Pero -reitera- el cuerpo necesita distracción, recargar energías, para regenerar células desde lo biológico y psicológico. En la playa, Silvia Sosa se concentró en Silvy y Vicky, sus hijas, de 12 y 3 años. Y tuvo tiempo para su esposo Mario.
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