El senado chileno aprobó en la madrugada del miércoles despenalizar el aborto terapéutico y en caso de violación, dejando al emblemático proyecto impulsado por la presidenta Michelle Bachelet a un paso de convertirse en ley.


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El senado chileno aprobó en la madrugada del miércoles despenalizar el aborto terapéutico y en caso de violación, dejando al emblemático proyecto impulsado por la presidenta Michelle Bachelet a un paso de convertirse en ley.

Tras horas de tenso debate y más de dos años de tramitación, los senadores aprobaron despenalizar el aborto en caso de riesgo de vida para la madre (20 votos a favor, 14 en contra), inviabilidad del feto (19 contra 14 ) y violación (18 contra 16).

El articulado pasa ahora a la Cámara de Diputados, donde podría lograr su sanción y quitar a Chile de una ínfima lista de países que no permiten el aborto en ningún caso.

«Se aprobaron las tres causales que es la principal lucha (…) es un gran aporte a la historia de Chile», dijo Claudia Dides, vocera de la Corporación por los Derechos Sexuales y Reproductivos (Miles), minutos después de concluida la votación que despertó aplausos por los defensores del proyecto que asistieron a las gradas del Congreso.

El debate continuaba para definir puntos clave del proyecto, como el alcance de la objeción de conciencia y la participación de los padres en caso de menores, entre otros.

Debate al límite
La discusión arrancó a las 16:00 locales (20:00 GMT) manteniendo el tono polémico y polarizado que tuvo desde su llegada al Congreso.

La derecha opositora anunció que enviará el proyecto a revisión del Tribunal Constitucional, al considerar que vulnera la protección del niño que está por nacer.

Durante la discusión, activistas religiosos debieron ser desalojados del recinto por la Policía al interrumpir la discusión con gritos contrarios a la despenalización del aborto.

Desde que Bachelet lo impulsó en enero de 2015, cuando contaba con altos índices de popularidad que fueron cayendo con el transcurso de su segundo periodo de gobierno, el proyecto fue objeto de un fuerte rechazo por parte de sectores conservadores.

 

 



Fuente El Telégrafo





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