Los bomberos griegos detuvieron el miércoles por la mañana el avance de tres incendios que arrasaron bosques, montes bajos y terrenos agrícolas desde el domingo, pero seguían preocupados y preparados para recibir los refuerzos europeos que solicitaron la víspera.
«El panorama es mejor esta mañana», indicó una portavoz de los bomberos, tras una noche de esfuerzos por frenar los fuegos en tres frentes distintos: la costa balnearia del Ática, cerca de Atenas, los alrededores de la ciudad de Amaliada (32.000 habitantes), en el oeste del Peloponeso, y la isla de Zante, en el mar Jónico.
«Ya no hay ningún frente activo» en la región de Atenas ni en el Peloponeso, mientras que en Zante, el incendio sólo avanza en una garganta de difícil acceso y, de momento, no hay ninguna zona habitada en peligro, añadió.
Pero la «situación sigue siendo muy inestable» con vientos que deberían alcanzar velocidades de hasta 50km/h en las zonas afectadas durante el día, y más de 400 bomberos continúan movilizados con cinco aviones y seis helicópteros en la región de Atenas, agregó la portavoz.
El martes, cuando el incendio en el Ática parecía fuera de control, Grecia pidió refuerzos aéreos a sus socios europeos, y Chipre se comprometió a enviar 60 bomberos al país. Esa petición se mantiene, a la espera de ver cómo evolucionan los incendios, precisó esa fuente.
Las autoridades todavía no dieron ninguna estimación de los daños causados por los fuegos, pero, según varios responsables locales, el incendio en el Ática arrasó una de las zonas verdes de la región, destruyendo al menos cinco de las residencias secundarias dispersadas en el área, situada a unos 50 kilómetros de Atenas.
En el Peloponeso, las llamas destruyeron unos cultivos que ya quedaron arrasados en 2007, cuando unos incendios devastadores dejaron 77 muertos en Grecia.