Cuando empezaron los tiros, María Williams se arrojó al suelo.
Las balas dejaron círculos perfectos en la puerta y las ventanas de su casa. Cruzaron la habitación donde estaban desparramados los juguetes de su hija de dos años y llegaron a la cocina, donde alcanzaron a un hijo y una hija adolescentes.
“En lo único en que pensaba es ‘no voy a perder otro hijo”, relata Williams entre sollozos.
Su hijastro Williams Rollins VI, conocido como Lil Bill, de 18 años, había muerto a tiros dos años atrás en Wilmington, una ciudad plagada de tiroteos entre adolescentes. El chico que lo mató tenía 17 años.
Wilmington no es Chicago, ni Los Ángeles, ni Baltimore ni Detroit. Es una ciudad de menos de 72.000 habitantes, donde fue fundada la firma DuPont y donde tienen su sede varios bancos y empresas grandes. Pero un análisis que hicieron la Associated Press y USA TODAY Network de información del Gun Violence Archive, que abarca información suministrada por la policía y los medios de prensa en los últimos tres años y medio, indica que Wilmington es de lejos la ciudad con mayor índice de tiroteos entre adolescentes de 12 a 17 años.
“Es algo que no para, no para”
Dijo William Rollins V, padre de los adolescentes. “En todas las esquinas, se están llevando a nuestros chicos”.
De las diez ciudades con las mayores incidencias de balaceras entre adolescentes, la mayoría tienen menos de 250.000 habitantes. La lista incluye a Savannah (Georgia), Trenton (Nueva Jersey), Syracuse (Nueva York), Fort Myers (Florida) y Richmond (Virginia). Chicago es la única ciudad grande en los diez primeros lugares.
La pobreza y la desesperanza son dos elementos comunes en los barrios más violentos. La pobreza en Syracuse, por ejemplo, llega al 35%.
El tamaño también puede incidir. En barrios densos, los insultos y lo que puede ser interpretado como un insulto suenan como balas. Un tiroteo inevitablemente genera especulaciones acerca de quién será el próximo blanco.
“La calle tiene buena memoria”, dice Mark Denney, fiscal estatal que trata de poner fin a la cultura de represalias en Wilmington.
El archivo de Gun Violence revela que en Wilmington tres de cada mil adolescentes son heridos o mueren de un balazo todos los años. La tasa es casi el doble que la de Chicago y nueve veces el promedio nacional de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades para el 2015.
No hay cifras de tiroteos
El gobierno nacional no lleva la cuenta de los tiroteos que involucran a adolescentes.
En Wilmington funcionan unas 30 pandillas armadas, según David Kennedy, experto en criminología que ha estudiado por años la violencia en las ciudades. Las autoridades dicen que estas pandillas, integradas por una veintena de personas, son las responsables de la mayoría de los crímenes de Wilmington.
Una investigación de un año de The News Journal, diario de Wilmington que es parte de la red de USA TODAY, sacó a la luz una guerra entre dos bandas, Only My Brothers y Shoot to Kill. Tras estudiar documentos de los tribunales, las redes sociales y sus propios despachos, el News Journal señaló que un tercio de las víctimas de tiroteos de menos de 21 años ocurridas en los primeros siete meses del 2016 estaban ligadas a esa rivalidad.
El alcalde Mike Purzycki opina que parte de la culpa la tiene un “sistema educativo quebrado” que envía a los chicos a escuelas en barrios rivales. Muchos de los padres de estos chicos están en la cárcel o han pasado por ella y no pueden encontrar buenos empleos.
“Lo peor de todo es que estos chicos aceptan este estado de cosas”, dijo William Rollins. “Aceptan que van a terminar presos de por vida. Que van a ir a parar a una tumba. Pero no se dan cuenta del impacto que tienen en la gente a su alrededor”.