Casi 7 millones de fumadores salvarían sus vidas de muertes prematuras si cambiaran el cigarrillo tradicional por el electrónico, sólo en Estados Unidos. Así lo establece un estudio del Centro de Cáncer Lombardi, de la prestigiosa Universidad Georgetown, en Estados Unidos, publicado hoy en la revista científica Control del Tabaco.
Para llegar a esa hipótesis, los investigadores (11 en total) compararon los daños producidos por los cigarrillos tradicionales con los que conllevan el uso de los electrónicos, así como por los diferentes tiempos en el inicio de fumar, el dejarlo o el cambiarlo por los electrónicos.
“Adicionalmente habría tremendos beneficios de salud, incluida la reducción de enfermedades que incapacitan a los fumadores (enfisema pulmonar severo, entre otras), la disminución de dolor y sufrimiento y la reducción de la exposición al humo de segunda mano”, afirmó David Levy, profesor de Oncología de Georgetown Lombardi y autor líder del estudio.
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El uso del cigarrillo electrónico (o vaporear, como se lo define) divide a los especialistas. Los defensores, apoyados en trabajos como éste, sostienen que es la mejor herramienta para lograr que la población deje de fumar; y presionan a los gobiernos para lograr políticas públicas tendientes a estimular el cambio.
En tanto, los detractores advierten que aún se carece de evidencias para afirmar que pueda tratarse de un remplazo nicotínico; y que tampoco se sabe científicamente si el cigarrillo electrónico es inocuo o no.
Levy no tiene dudas. “Las políticas existentes necesitan ser complementadas con políticas que motiven a sustituir los cigarrillos más mortíferos por cigarrillos electrónicos ya que el reporte de 2014 del Cirujano General de EE.UU.
(la máxima autoridad sanitaria del país) recomendó diseñar una estrategia para poner fin a la epidemia de tabaco del país, pero no ha sido presentada ninguna estrategia adicional diferente del actual ‘status quo’ de políticas de control del cigarrillo”.
En cambio, para la doctora Marita Pizarro, codirectora ejecutiva y directora del área de control de tabaco de la Fundación Interamericana del Corazón Argentina (FIC), “hasta ahora lo que sabemos es que no hay evidencia suficiente para respaldar su uso.
Ni para dejar de fumar; ni los daños que podrían provocar su consumo”, afirma. “Hay evidencia de que se ha encontrado en el vapor que queda suspendido en el ambiente sustancias tóxicas como formaldehído y propilenglicol que son sustancias que se encuentran en el humo del tabaco.
Redacción CiudadColorada.com |