Decenas de niños y sus padres madrugaron este miércoles, 9 de mayo del 2018, para tomar un turno en el Hospital Baca Ortiz, en el centro-norte de Quito. Desde las 05:00 aproximadamente, ellos se agolparon en el ingreso de ese centro que da a la avenida Colón.
El termómetro marcaba 8 grados a esa hora. Los pequeños vestían chompas térmicas y gorros de lana. A los más pequeños les abrigaron con cobijas.
En esos momentos se sentía el frío de la madrugada que era intenso. Esto por la lluvia que horas antes cayó sobre la ciudad.
El hijo de Roxani, Edward, tiene leucemia desde hace dos años. Ambos se despertaron a las 04:30 para salir temprano de su casa, ubicada en Chimbacalle, y acudir al centro. Llegaron a las 05:10 y estaban entre los primeros de la fila, integrada por unas 40 personas.
“Venimos cada ocho días. Madrugamos porque se acumula mucha gente”. Cuenta que los turnos se entregan a partir de las 06:30. Si llegan temprano –cuenta la mujer- Edward es atendido a las 07:00. Una realidad similar vive Rocío y su hija, Saraí, de 1 año y 8 meses.
Hoy, ellas salieron a las 04:30 desde su casa en Calderón, extremo norte de Quito. Un vehículo les cobró USD 10 por transportarlas. La niña padece insuficiencia suprarrenal desde que nació y el objetivo de la mamá es que la atiendan temprano para luego comprarle las medicinas. “Antes venía cada ocho días.
Ahora es trimestralmente. Sería bueno que el hospital abra las puertas y no morirnos de frío, más que nada por los niños”, cuenta Rocío. Conforme avanzaban los minutos, desde las 05:30 hasta las 06:00 de hoy, más gente arribaba al Hospital.
Luis vino desde San Luis de Chillogallo, sur de la urbe, para conseguir un turno. Su pequeño, de 7 años, tiene principios de hidrocefalia y utiliza una válvula. “Con mi esposa nos levantamos a las 04:30 para alistar a nuestro hijo y salir. Una vez al mes venimos y siempre nos encontramos con la misma realidad de esperar”.
También llegan pacientes de otras provincias, quienes hacen fila para tomar su turno. Juana y su hijo Mateo, de 4 años, viajaron desde Chambo, un cantón de la provincia del Chimborazo. Ayer viajó a la capital para quedarse por la noche y madrugar.
Llegó al Hospital Baca Ortiz, a las 05:30, para ubicarse en los primeros lugares de la fila. “No hay como madrugar con mi niño porque tiene leucemia y es más propenso a que se resfríe».
Aseguró que la atención de los médicos es buena, pero hay inconvenientes cuando le toca esperar. A veces, incluso bajo la lluvia hasta que las puertas del centro asistencial se abran a las 06:00.
Víctor viajó desde Ambato para que su hijo, de 2 años y medio sea atendido. El niño tiene cáncer y ambos salieron a las 03:00 de su tierra para llegar a tiempo.
Redacción CiudadColorada.com | El Comercio