Buenos Aires. El paro general contra el Fondo Monetario Internacional (FMI), el ajuste, los despidos, la pobreza, los tarifazos, la inflación, el intento de reforma laboral y en demanda de la apertura de negociaciones salariales (paritarias) libres, convocado por la Confederación General del Trabajo (CGT) con el apoyo de todas las centrales sindicales y gremios independientes, fue contundente en todo Argentina, y los sindicatos y partidos de izquierda cortaron por un tiempo accesos a la ciudad y marcharon luego hacia el obelisco en el centro de esta capital, bajo la vigilancia de un mega operativo de fuerzas de seguridad.
Acompañaron además trabajadores y directivos de las Pequeñas y Medianas Empresas (Pymes) con el persianazo (la baja de las persianas), productores y otros sectores que nunca habían participado, considerándolo el paro más grande de los últimos años, mientras partidos y gremios de la izquierda más radical se manifestaron además en diversos lugares y convergieron en el Obelisco para un acto final.
No hubo trenes, ni autobuses, ni aviones ni metro, las calles estaban vacías y una cantidad de negocios y restaurantes cerrados. “Hubo un altísimo nivel de acatamiento en toda Argentina y un paro general en un país significa el fracaso del diálogo social y también el fracaso de la política», dijo Juan Carlos Schmid, dirigente de la CGT.
Añadió que la CGT llegó a esta determinación después de haber agotado todas las instancias en los diversos plazos institucionales para encontrar alternativas y para que nadie tenga dudas ¿saben por qué paramos? Paramos para poder seguir trabajando».
El presidente Mauricio Macri y sus funcionarios se refirieron despectivamente al paro. El ministro de Trabajo, Jorge Triaca dijo que “no sirve para nada”.
“Yo he escuchado a lo largo de toda la mañana una pregunta de manual que hace el periodismo ¿y mañana qué? ‘y este paro cuesta tanto’. Miren, en el último mes se han perdido 11 mil millones de dólares sin ningún paro general en la República Argentina. ¿De quién es responsabilidad eso? ¿De la CGT?», expresó, y concluyó: «El gobierno tiene que corregir su programa económico”.
Héctor Daer, del gremio de la Sanidad, que integra el triunvirato de los dirigentes de la CGT recordó que “desde diciembre de 2015 hasta hoy hubo una inflación de 95 por ciento.
Fueron favorecidos impositivamente los sectores que más ganan y más tienen: el sector agropecuario, las mineras y nosotros seguimos siempre tributando desde nuestro salario, desde el IVA, desde el impuesto a las ganancias” y destacó las demandas que se intentaron con el gobierno “al que le planteamos que cuidaran el empleo, el poder adquisitivo del salario, que cuidarán la salud de lo trabajadores y no hubo respuesta porque no tienen la voluntad política de proteger a los trabajadores”.
Carlos Acuña, el tercero del triunvirato dirigente, sostuvo que «hay una nueva oportunidad «y que esperan que el gobierno “haya leído el paro de hoy.
Si la gente está bien no va a parar. Hoy la gente está mal, uno tiene que saber interpretar esta situación y tiene que convocar al paro cuando se agota el diálogo.
El hambre no espera, lo tenemos ahí en la mesa de muchas familias de la República», concluyó.
Con mayor firmeza hablaron los dirigentes de las Centrales de los Trabajadores Argentinos (CTA), como Hugo Yasky para quien el paro fue «una señal de rechazo absoluto» al FMI y advirtió que «garantizamos que no vamos a abandonar la calle ni un instante».
Su colega de la CTA autónoma, Pablo Micheli, expresó su satisfacción por la respuesta contundente de los “trabajadores y trabajadoras»y aseguró que no pararon por los dirigentes sindicales (como afirmó el ministro Triaca) sino porque tienen conciencia de que hay que parar este modelo económico que nos lleva a la destrucción de Argentina».
La cúpula de la Iglesia católica recordó que el paro es un derecho cuando no hay respuestas de los que tienen la responsabilidad de hacerlo.
El obispo Jorge Lugones, presidente de la Comisión Episcopal, señaló que “cuando vemos que en una democracia hay excluidos, hay pobres, hay quienes pasan hambre, viviendo en condiciones infrahumanas, sin trabajo, podemos decir sin temor a equivocarnos, que no está funcionando bien”.
Lugones, jesuita como el papa Francisco, consideró que “una democracia sana supone la participación de todo el pueblo: la inclusión, la integración que implica, dar oportunidad, ser corresponsable.
Es una responsabilidad y un compromiso de todos, en especial de los dirigentes”, y agregó que “cuando en una nación como la nuestra, en la que hay tierra suficiente para que todos seamos propietarios, riqueza suficiente para que todos tengamos una vida digna, alimentos para un número de personas varias veces mayor que el número de sus habitantes, y sin embargo, hay muchos argentinos que no tienen techo, ni tierra, ni trabajo, que comen menos de los necesario y donde hay una grave desnutrición infantil, es necesario llamar fuertemente la atención de los gobernantes y de todos los sectores de la sociedad acerca de esos problemas porque por algún motivo la democracia y la sociedad están fallando”.
Redacción CCNEWS