El papa Francisco tenía una sorpresa preparada el domingo para las 35.000 personas que se reunieron en la Plaza de San Pedro: unos pequeños crucifijos.
Mientras hablaba con peregrinos, turistas y católicos, Francisco dijo que se trataba de un regalo, “si alguien les dice que tienen que pagar, está siendo astuto”, no tienen que pagar nada. El pontífice bromeó y puso un dedo debajo del ojo _un gesto italiano que señala la astucia.
Entre los que distribuyeron los 40.000 crucifijos estaban el limosnero papal, el cardenal polaco Konrad Krajewski, así como monjas, algunas personas sin hogar y pobres de Roma. Francisco entregó un emparedado a los 300 voluntarios que entregaron los regalos.
El papa dijo a la muchedumbre que el crucifijo es el “signo del amor de Dios”