Más de 2.000 hondureños cumplían el miércoles un tercer día de caminata y a pesar del calor y el cansancio cruzaban Guatemala para intentar llegar a Estados Unidos.
La marcha de estos migrantes ha molestado al presidente Donald Trump, quien la tarde anterior advirtió a los países centroamericanos que retiraría la ayuda financiera si no hacían algo para frenar su paso.
El miércoles, además, Trump puso a la caravana en el centro de la campaña electoral de medio término para atacar a sus rivales demócratas y llamó a los republicanos a abordar el tema de cara a los comicios del 6 de noviembre, cuando se renovará el Congreso.
“Es difícil creer que, con miles de personas del sur de la frontera, caminando sin obstáculos hacia nuestro país en forma de grandes caravanas, los demócratas no aprueben una legislación que permita leyes para la protección de nuestro país.
¡Gran tema de medio término para los republicanos!”, publicó Trump en su cuenta oficial de Twitter al tiempo que llamó a los republicanos a hacer de las “leyes de inmigración horrendas, débiles y obsoletas” una cuestión de campaña.
Por su parte, el presidente guatemalteco Jimmy Morales dijo durante un acto público en la capital: “Los que vivimos en territorio centroamericano tenemos libre acceso y libre tránsito de personas siempre y cuando haya un registro adecuado en las instancias migratorias”, pero que en esta ocasión el cruce fue sin “que fuese posible el registro ideal”.
Morales se jactó de ayudar a los migrantes, pero la ayuda que éstos han recibido a lo largo de su viaje ha llegado de la solidaridad de cientos de pobladores locales y la iglesia católica, que en el trayecto les proveen de agua, ropa y comida.
El Ministerio de Gobernación intentó con al menos 300 policías antidisturbios detener el lunes la caravana de migrantes, pero éstos superaban en número a la autoridad, por lo que pudieron ingresar al país sin que éstos usaran la fuerza para detenerlos y sin el registro migratorio correspondiente.
Los migrantes iniciaron su tercer día de marcha por la madrugada y esperaban caminar unos 40 kilómetros hasta Zacapa, la población siguiente en la ruta.
Sin embargo, decenas optaron por enfilar a la ciudad capital, a la Casa del Migrante, donde unos 1.000 llegaron el martes gracias a que extraños los acercaron en automóvil, se montaron en la parte trasera de camionetas o tomaron autobuses.
“Vamos a seguir, aquí el que decide es Dios, nosotros no tenemos más que avanzar”, dijo a The Associated Press Luis Navarreto, un migrante de 32 años que había leído sobre la advertencia del mandatario estadounidense.
“Estamos aquí gracias a Juan Orlando (Hernández, presidente de Honduras)”, dijo Nelson Zavala, un jornalero de 36 años que forma parte de la caravana. Los hondureños no solo huyen de la pobreza sino también de la violencia generalizada que ha convertido a su país en uno de los de mayor tasa de asesinatos del mundo.
Desde 2014 Estados Unidos ha destinado 2.600 millones de dólares en ayuda a Honduras, Guatemala y El Salvador. Para 2019 Washington comprometió 65,7 millones para programas de seguridad, construcción de la democracia, derechos humanos y desarrollo económico y social en Honduras.
Para persuadir a los migrantes de su viaje, el embajador de Estados Unidos en Guatemala, Luis Arreaga, dijo en un mensaje en video enviado desde la cuenta de Twitter: “Si usted trata de entrar a Estados Unidos, será detenido y deportado”.
A pesar de las advertencias, a su paso los migrantes sonríen, saludan a la gente y aprovechan para pedir dinero para comer.
La víspera los hondureños recorrieron unos 48 kilómetros para llegar a Chiquimula luego de cruzar la frontera de Guatemala.
El tamaño del grupo se multiplicó desde que unos 160 migrantes partieron el viernes de la ciudad hondureña de San Pedro Sula. Mucha gente se fue uniendo de forma espontánea llevando apenas unas pocas pertenencias.
Un cura guatemalteco estimó que más de 2.000 personas fueron alimentadas en tres albergues gestionados por la Iglesia en Esquipulas, la primera parada del grupo en Guatemala.
El presidente de Honduras acusó a “grupos políticos” que no identificó de usar mentiras para organizar la caravana como una forma de crear problemas al país. Antes la cancillería hondureña había dicho que la gente había sido atraída con “falsas promesas” de una visa de tránsito para cruzar México y solicitar asilo en Estados Unidos.
En una declaración conjunta el miércoles, las secretarías de Relaciones Exteriores y Gobernación de México dijeron que cualquier persona que posea documentos y visa adecuada podrá ingresar al país y solicitar el estatus de refugiado.
Sin embargo, agregaron que todos los casos deben procesarse individualmente, lo que sugiere que las autoridades no tienen la intención de permitir que los migrantes crucen la frontera en masa sin pasar por los procedimientos de migración.
Asimismo indicaron que cualquier persona que ingrese a México de manera “irregular” se enfrenta a la detención y deportación.
La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos pidió que Honduras, Guatemala y México respeten los derechos y garanticen la seguridad de los migrantes que forman parte de la caravana.
De todos los migrantes con los que habló The Associated Press en el camino, ninguno llevaba pasaporte.
Cuando los agentes en la frontera de Guatemala preguntaron a la multitud sobre los documentos que portaban, sostuvieron tarjetas de identificación personales nacionales que les permiten moverse a través de la mayoría de los países de Centroamérica, pero no en México, que requiere que los extranjeros presenten un pasaporte para ingresar.
Los migrantes esperan que viajar en masa los proteja de los robos, asaltos y peligros que plagan la ruta hacia el norte.