Hace dos semanas estaba sentado en un bar oscuro ubicado en una localidad cercana a la capital de Kosovo, Pristinia. Frente a mí, un hombre nervioso intentaba que no lo grabara con la cámara.
El hombre tiene como oficio vender noticias falsas y había accedido -eventualmente- a hablar sobre cómo se ganaba la vida.
La primera vez que vine a Kosovo, hace menos de un año, lo hice para investigar como el poder había cambiado en la era digital.
Había escuchado sobre la sombría influencia rusa y las guerras por la información, sobre los profundos conflictos de intereses que había sobre el asunto.
Pero las personas que conocí allí me mostraron que había otra sencilla razón por la que la gente enviaba noticias sensacionalistas y falsas hacia el público Occidental.
Por el dinero
«Cebo para clics» y «noticias falsas» (Clickbaits y Fake News) son términos que son usados para describir cierto tipo de material sensacionalista o no verdadero en la red.
Las noticias falsas son creadas con el ánimo de generar más audiencias y que esto se convierta en una fuente de dinero.
Hace un año, «Burim», como se hace llamar, me mostró que esa desinformación era una floreciente industria.
Y que de ella una parte era política, pero el resto era algo más «explícito».
«‘El peluquero que pateó tanto a su mujer que le rompió las costillas sigue en libertad’ fue una historia. Otra fue ‘Chico sale del coma después de 12 años y le susurra un oscuro secreto a sus padres (video)'», dijo.
Mucho de lo que traía el contenido era falso. Y aunque parecían noticias, este contenido fue diseñado para un solo objetivo: conseguir clics.
Ganar dinero en internet significa captar audiencias y el hombre con el que hablé era propietario de una docena de páginas de Facebook dedicadas a propagar cualquier cosa, desde el cristianismo evangélico hasta los destinos de vacaciones.
Independientemente del tema, la audiencia era enorme: 90.000 «Me Gusta»; 240.000 «Me Gusta»; 26.000 «Me Gusta».
Carl Miller trabajó para documentar el trabajo sobre noticias falsas para la BBC.
Burim
Desde que conocí a Burim, los gigantes tecnológicos han impulsado una campaña para acabar con este tipo de «emprendimiento».
De hecho el fundador y CEO de Facebook, Mark Zuckerberg lo consideró su «reto personal».
En 2018, Facebook duplicó su equipo de seguridad cibernética y cerró muchos grupos y páginas que compartían estos «anzuelos de clics» con la idea de que no volvieran a aparecer.
Entonces decidí volver a Kosovo, esta vez como periodista de la BBC. Quería saber si algo había cambiado y si la política «anti noticias falsas» de Facebook había tenido algún efecto sobre las personas que producían esos productos.
«La audiencia de esa página es principalmente de Reino Unido», dice el hombre, ahora con pocas ganas de que la cámara lo grabe.
Desde hace un año Facebook ha cambiado su política para controlar las «noticias falsas».
Es bastante difícil explicar qué tan grande fue esta economía ilícita en el pasado. Pero las reformas de Facebook han tenido sus efectos, escuché varias veces.
Cada página nueva que crean, es cerrada por la red social.
Y lo que antes eran US$600 al día, ahora US$100.
Así que esparcir «noticias falsas» se ha convertido en una industrial menos rentable y tal vez con menor alcance político.
Al parecer, se ha transformado en mostrar los excesos de las celebridades, en historias falsas de futbolistas que se están rompiendo las piernas o en noticias explícitas sexuales.
Los jóvenes
Sin embargo, aunque es menos rentable, la práctica todavía sigue siendo bien extendida.
«El 40% de los jóvenes en Kosovo están haciendo esto. Miles y miles de jóvenes», dijo otro de los comerciantes de «noticias falsas».
Aunque ha reducido su rentabilidad, crear noticias falsas o sensacionalistas sigue siendo una opción para muchos jóvenes en Kosovo.
Los US$100 que se pagan diariamente siguen siendo un dinero que cambia la vida de estos jóvenes, algunos de los cuales ganaban US$8 cuando trabajaban de meseros.
Ahora el «por qué» queda claro, pero en vista de las reformas de Facebook, la mayor sorpresa fue el «cómo».
Sembrar noticias falsas
Hay otro lado de esta industria de las «noticias falsas» que no es visible para todos.
Pudimos determinar que existe una cadena de grupos cerrados, donde las membresías pueden ser desde cientos hasta miles.
Para hacer parte de estos grupos tienes que ser invitado, pero desde adentro, es claro que Facebook no es el único el lugar donde ellos consiguen sus audiencias.
La facilidad con la que se expandieron las noticias falsas a través de la red fue parte del éxito de su rentabilidad.
Es también donde los mercaderes de noticias falsas intercambian sus productos.
Pude ver varias páginas de Facebook con cientos de miles de «Me Gusta» intercambiados por miles de dólares.
Otros vendía «Me Gusta» falsos, cuentas falsas u ofrecían consejos de cómo podías evitar los mecanismos de seguridad de Facebook.
Incluso hallamos un «paquete de noticias falsas» para los novatos, que era parte de una colección de páginas de Facebook que existían para atraer nuevas audiencias, junto a las páginas que estaban allí para ganar dinero.
Pero mientras Facebook estaba innovando en su lucha, los mercaderes de la desinformación también lo estaban haciendo.
Algunos de ellos eran especialistas en hacer crecer las páginas y venderlas. Otros vendían el contenido y los que estaban concentrados en evadir el control de Facebook.
Incluso con grupos de pocos miembros, esto ocurrió de forma rutinaria docenas de veces en un día.
Fue una forma casi industrial de jugar con las políticas y los sistemas de Facebook.
Pristina es la capital de Kosovo, donde funciona un centro clandestino de producción de noticias falsas.
En todo el mundo, hay miles de personas como con las que hablé. Generalmente jóvenes, hombres y expertos en tecnología digital, están dispuestos a compartir cualquier contenido para los clics.
Y en la búsqueda de clics, las historias horripilantes, impactantes, exageradas o divisivas ganan una y otra vez.
Empecé a reflexionar sobre este tipo de noticias falsas, sobre el contenido exportado a los mercados occidentales con fines de lucro, como algo parecido al crecimiento de la amapola. es un cultivo comercial ,no sirve de nada a las personas que lo hacen, no hace ningún bien a los mercados extranjeros que lo consumen.
Pero es, de lejos, la forma más fácil y accesible de ganar dinero para algunos.
Si quieres detenerlo, no puedes simplemente quemar los campos. También necesitas dar a la gente algo más para crecer. (I)