El auto-proclamado «presidente encargado» de Venezuela, Juan Guaidó, ha decidido dar un paso más en la internacionalización de su hoja de ruta, designando representantes en los países que le han reconocido como mandatario.
Aunque la medida se anunció como inminente, en la práctica podría demorarse. No obstante, en algunos países como España, el líder opositor ya ha elegido a un hombre para el puesto, a falta de la aprobación por la Asamblea Nacional el martes de la semana que viene.
La ambigüedad del momento político de Venezuela se deja sentir también en el ámbito de las relaciones internacionales. El estatus diplomático de los nuevos «embajadores» de Guaidó depende en buena medida de los ministerios de Exteriores de los países en los que pretendan representar a Venezuela, a quienes correspondería otorgarles el ‘plácet’ que les permite acceder a la embajada con plenas funciones.
Por el momento, en un escenario en que muchos de los países que han reconocido a Guaidó insisten al mismo tiempo en que se celebren elecciones en Venezuela lo antes posibles, una transición rápida entre cuerpos diplomáticos podría ser una medida precipitada.
Además, la representación diplomática no depende sólo de quién ostenta el estatus de embajador, sino de cuál es el mandatario que puede darle instrucciones o transmitir mensajes.
Una vez reconocido Guaidó por un país europeo, por ejemplo, el embajador actual de Venezuela en ese país no podría expresar un mensaje de Nicolás Maduro. Sin embargo, el representante de Guaidó tampoco puede ejercer como embajador sin el ‘placet’ explícito del ministerio de Exteriores.
Otra de las claves a tener en cuenta en el ámbito de la diplomacia es el principio de reciprocidad. El trato que reciba el embajador de Venezuela en cualquier país será replicado de manera idéntica e inmediata en Caracas en la correspondiente embajada.
Por eso, en periodos de inestabilidad, suelen extremarse la cautela y los tiempos, que pese a los anuncios de los mandatarios y las puestas en escena, tienden a ser más lentos y menos definitivos de lo que parecen.
Una buena muestra de ello es la respuesta que ofreció en la mañana de este miércoles el ministro español de Exteriores, Josep Borrell, cuando los periodistas le abordaron para preguntarle por la designación de Antonio Ecarri, que es el hombre elegido por Guaidó en España.
Borrell se limitó a expresar que no tenía constancia de ningún nombramiento, pese a que la prensa se había hecho eco del mismo la tarde anterior.
Hay que tener en cuenta que el reconocimiento a Juan Guaidó implica, en teoría, su capacidad de nombrar embajadores, lo cual significa que si transmite una comunicación exigiendo cesar al embajador nombrado por Maduro, habría que proceder a la retirada de su estatus.
En la práctica, sin embargo, pesa mucho la reciprocidad, y por ahora es el gobierno de Maduro quien mantiene en Caracas las relaciones diplomáticas que podría romper en caso de que sus embajadores fueran depuestos.
En otras palabras, si Guaidó tratara de forzar las destituciones de los embajadores en los países que le han reconocido, perjudicaría a los intereses de estos países en Venezuela al menos mientras el Ejecutivo de Maduro mantenga el control sobre los resortes diplomáticos internos, ya que sus embajadores en Caracas serían muy probablemente expulsados y las consecuencias podrían ser negativas en términos empresariales y económicos.
Un periodo de transición para «un tema complicado»
«Una vez que han reconocido como presidente encargado a Guaidó lo lógico es que terminen reconociendo a los ‘embajadores’ que va a nombrar en los diferentes países europeos», asegura no obstante el profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Europea de Madrid, Miguel Angel Benedicto, que en cualquier caso reconoce que «es un tema complicado, porque no se sabe lo que va a suceder».
A pesar de la incertidumbre, el profesor supone que «habrá un periodo de transición», pero insiste en que habría que saber cómo tiene pensado proceder cada ministerio de Exteriores en una situación en la que «las relaciones internacionales siempre se basan en el principio de reciprocidad».
En el caso particular de España, tal como señala Benedicto, el ministro Borrell no puede expresarse sobre el nombramiento de Antonio Ecarri «mientras no se le comunique por los conductos oficiales».
El profesor señala la importancia particular de esta relación bilateral recordando que «hay 166.000 españoles» en el país sudamericano. Por extensión, cada nación tiene sus intereses particulares en su relación con Venezuela, que determinará el grado de delicadeza y la orientación de sus decisiones.