Hasta marzo pasado, Alexander Andrade trabajaba como asesor comercial para una operadora turística en Ibarra. Empezó la cuarentena y engrosó la lista de desempleados, que al 3 de julio sumaron 228 937 actas de finiquito, de acuerdo con los datos oficiales del Ministerio del Trabajo.
Ante la necesidad de generar ingresos aprovechó sus conocimientos y adecuó un taller de muebles en su vivienda. Con sus ahorros compró taladros, pulidora, cepillos eléctricos, compresor y otros elementos usados.
“Me motivó poner el negocio porque tengo una deuda de $3000 y un hijo pequeño, y tenía que buscarme la vida como más podía. Ha sido duro al principio, pero de a poco se ha ido estabilizando”, dice.
Al inicio ganaba $20 o $30 por cada obra que hacía y llegó al punto de que no podía cubrir solo la demanda y empleó a dos personas en Muebles Andrade.
Hace poco buscó un crédito bancario para adecuar el lugar y adquirir mejor maquinaria. Ahora piensa en extenderse al mercado y volverse competencia de las grandes marcas.
Esa aspiración también la tiene Steven Paredes, pero desde otra perspectiva. Él junto con su socia Carmela Zúñiga crearon una agencia de comunicación y relaciones públicas, CZ Comunicaciones.
“Invertimos alrededor de $150, no tanto en equipos, sino en sacar el RUC. Estamos reuniendo dinero para alquilar una oficina en Urdesa (Guayaquil)”, cuenta y agrega que al momento teletrabajan en el proyecto.
De a poco van sumando profesionales y otro de sus objetivos es generar una base de datos de personas despedidas durante la pandemia para difundirla a empresas que la requieran.
Esa motivación, las ganas de tener un negocio sostenible e innovarlo son las características de un emprendimiento, aquellos negocios con hasta 42 meses de existencia, de acuerdo con el GEM (Global Entrepreneurship Monitor), por sus siglas en inglés.
Y que, en ciertos casos, llegan a pagar sueldos. Para la Ley Orgánica de Emprendimiento e Innovación son proyectos con una antigüedad menor a cinco años.
Según un estudio del GEM, el 82,7 % de ecuatorianos emprende por falta de empleo, 52,7 % por marcar una diferencia; 36,5 % por acumular riqueza y el 35,7 % por continuar una tradición familiar.
Guillermo Maldonado, fundador de Club de Emprendedores, afirma que todo emprendimiento nace de un proyecto y se vuelve más visible por el manejo que se le dé hasta llegar a ser una microempresa, pequeña, mediana y gran empresa.
Asegura que la mayoría se dan por necesidad y más aún en el contexto de la pandemia y otros por oportunidad, que a su juicio es lo ideal.
Maldonado cree que si no innova y cada vez cierra y abre distintos negocios sin mostrar una estabilidad no es emprendimiento.
“Un empresario administra una empresa, un emprendedor está dentro, es parte, trabaja mucho”, apunta y agrega que el 52 % de emprendedores son autoempleados.
El mismo criterio comparte Mauricio Morillo, fundador de Emprende Ya, quien menciona que los emprendimientos pasan fases, superan riesgos y aprovechan las oportunidades.
“Por ejemplo, si alguien tiene una idea de negocio, como tienda de barrio igual al resto de las tiendas, eso es un pequeño negocio destacable, pero no califica como emprendimiento porque no hay innovación”, menciona.
Según el GEM, el 85 % de los emprendedores en la Tasa de Actividad Emprendedora (TEA) no tiene empleados, y el 12,8 % tiene entre uno y cinco empleados. Además, el 84 % de la TEA tiene la expectativa de expandir su planta actual; 60,4 % espera contratar de uno a cinco empleados durante los próximos cinco años, 16,7 % de 6 a 19, y 7,2 %, más de 20.
Cifras
33 % recibió educación relacionada con temáticas de emprendimiento durante sus estudios secundarios.
38,4 % de emprendedores provienen de hogares con ingresos mensuales entre $394 y $788.
51,3 % son menores de 35 años. En general, el 53,5 % son hombres y 46,5 % son mujeres.
Según el GEM, los emprendimientos son negocios con hasta 42 meses de existencia, pero la Ley de Emprendimiento los define como proyectos con antigüedad menor a cinco años que requieren recursos para cubrir una necesidad o aprovechar una oportunidad.
Además, pueden ser dirigidos por personas naturales o jurídicas. Un emprendimiento pasa a ser microempresa cuando emplea hasta nueve personas o tiene ingresos menores a $100 000. Pequeña con $101 000 a $1 millón. Mediana y grande con más de $1 millón y $5 millones, respectivamente.
Tomando en cuenta que para emprender se necesita capital semilla, la Ley Orgánica de Emprendimiento e Innovación establece fuentes alternativas de financiamiento y garantía para emprendedores, como tasas de interés preferentes, y así reducir los obstáculos financieros que enfrentan. Además del pago de facturas en un plazo máximo de 30 días.
Se implementará una malla curricular con contenidos formativos para el desarrollo del emprendimiento en los institutos y universidades.
La Quinta Disposición Transitoria de la Ley de Apoyo Humanitario establece que el Estado garantizará la apertura de nuevos emprendimientos desde el día cero, sin ningún tipo de requisitos, y que los Gobiernos Autónomos Descentralizados u otra entidad pública, según les corresponda, emitirán permisos de operación provisional.
Este permiso tendrá una validez de 180 días para que el emprendedor regularice su actividad en temas tributarios, municipales y otros. Para los expertos Maldonado y Murillo, esto ayuda en la facilidad de trámites.