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La pobreza extrema afecta a los adultos mayores, decenas se observan en las calles buscando ‘migajas’ para sobrevivir. Sentado en un costal, con la imposibilidad de hablar, de pedir auxilio e incluso de movilizarse, pues tiene discapacidad física Juan espera solo la “voluntad de Dios”.


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La pobreza extrema afecta a los adultos mayores, decenas se observan en las calles buscando ‘migajas’ para sobrevivir. Sentado en un costal, con la imposibilidad de hablar, de pedir auxilio e incluso de movilizarse, pues tiene discapacidad física Juan espera solo la “voluntad de Dios”.

Sin comida, viviendo solo en un cuarto viejo hecho de tablas, así pasa sus días entre la miseria y el hambre.

Él solo tiene una hermana que tampoco cuenta con un trabajo y que apenas si le alcanza para sobrevivir a ella, pero no para hacerse cargo de su hermano.

El drama es más fuerte ahora por la pandemia, pues Juan no puede ni siquiera salir a la calle a extender su mano y pedir limosna, pareciera que la vida se ensaña con ellos.

Según la hermana de Juan tiene miedo que se vaya a contagiar con este raro virus, y por su condición de discapacidad es preferible encerrarle o amarrarle para que no se escape cuando el hambre lo obligue a querer salir a la calle.

Juan no cobra el bono y aunque los técnicos del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) ya han realizado visitas, aún están a la espera de que el registro social dé el visto bueno.

Como este caso existen cientos de personas en Ambato y la provincia que ya no viven en pobreza, sino que sobreviven en extrema pobreza.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), Ambato ocupa actualmente el tercer lugar de las ciudades en el país con el mayor índice de pobreza con el 8,3%, superada por Guayaquil con el 11,2% y Machala con el 9,2%, mientras que la urbe con el menor registro es Cuenca con el 4,1%, cifras expuestas hasta diciembre del 2019.

El informe además revela que el Ambato es la cuarta ciudad con el mayor índice de extrema pobreza con el 1,1%.

En el estudio se considera a una persona pobre si percibe un ingreso familiar per cápita menor a 84,79 dólares mensuales, mientras que pobre extremo es aquel que percibe menos de 47,78 dólares.

Pero para la trabajadora social Ángeles Burgos, en esta época de crisis económica muchas más familias entrarán a engrosar las filas de estas estadísticas, puesto que se han perdido las pocas fuentes de ingresos que captaban incluso la contratación informal de mano de obra barata.

Según la experta, si bien es cierto que el bono que entrega el Gobierno en algo ayuda a contrarrestar esta realidad, sin fuentes de trabajo es difícil que las familias que son parte de las cifras de pobreza y extrema pobreza puedan salir adelante.

 








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