Los Papeles de Pandora constituyen una filtración de seis millones y medio de documentos, tres millones de imágenes, más de un millón de correos electrónicos, casi medio millón de hojas de cálculo y más de ochocientos mil archivos varios procedentes de catorce fuentes.
En total, unos doce millones de archivos que revelan que una gran cantidad de los poderosos posee riqueza oculta, evade impuestos o blanquea dinero, siendo América Latina el epicentro.
Porque la región latinoamericana, a diferencia de España, no solo forma parte del escándalo por la oscuras maniobras de sus élites, sino que también participa de la red corrupta por la enorme cantidad de paraísos fiscales localizados en la región, especialmente en el Caribe.
Los paraísos fiscales son países o territorios en los que se pagan muy pocos impuestos y se ofrecen tantas facilidades para crear empresas como dificultades para saber quiénes se encuentran tras ellas.
Una misión que ya de por sí no resulta sencilla, pues muy a menudo aquellos que las poseen usan complejas redes en las que sus identidades quedan ocultas tras personas usadas como pantalla o figuras jurídicas mucho más complejas, como los fideicomisos.
Estos paraísos pueden subsistir gracias a la nula voluntad de las élites de erradicarlos y pueden ser usados por las élites para ocultar sus riquezas, evadir impuestos o blanquear capitales merced a la deliberadamente laxa y ambigua legislación existente.
Un ejemplo de ello lo encontramos en las Islas Vírgenes Británicas, el principal paraíso fiscal del mundo, un territorio británico en el Caribe con solo 153 km2 y menos de 40.000 habitantes que cuenta con más de 400.000 empresas que reúnen a políticos, multimillonarios, famosos y criminales si es que hace falta diferenciar a estos últimos de los anteriores.
No obstante, este archipiélago británico recibe mayor inversión extranjera casi 60.000 millones de dólares que Alemania, Canadá o Francia a pesar de tener deshabitadas veinte de las treinta y seis islas que lo componen.