Miles de millones de botellas se desechan al año globalmente con sus respectivos tapones. Según un reciente informe de Greenpeace se estima que entre 4,12 y 12,7 millones de toneladas de plástico van a parar a los océanos cada año.


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Miles de millones de botellas se desechan al año globalmente con sus respectivos tapones. Según un reciente informe de Greenpeace se estima que entre 4,12 y 12,7 millones de toneladas de plástico van a parar a los océanos cada año.

Europa es el segundo productor mundial plástico, con unos 50 millones de toneladas al año, de los cuales casi el 40% se destinan a envases, entre ellos las botellas y sus tapones.

Además se espera que la producción mundial plástica pase de los 299 millones de 2013 a 500 millones de toneladas en 2020. Reciclar es indispensable.

Sin embargo, cuando se trata del reciclaje de los tapones de las botellas de plástico, parece que conviven informaciones diversas sobre la forma correcta de hacerlo, desde depositarlos por separado en el contenedor, a enroscarlos en la misma botella.

Los problemas que subyacen tras esta supuesta disparidad de criterios es que las botellas y sus tapones a menudo están hechos de diferentes tipos de plásticos y mezclarlos puede causar problemas durante el reciclado de pérdidas de calidad, gastos energéticos, etcétera dependiendo de si la maquinaria está equipada para manejar cada uno de ellos.

De su interés: La ONU propone el impulso de medidas para aumentar la recuperación y el reciclaje del plástico

En este sentido, como los tapones son pequeños, pueden caer durante la recogida, la selección, o en el proceso de reciclaje, perdiéndose sin aprovecharse o generando disfunciones durante el procedimiento.

Por eso a menudo escuchamos consejos para separarlos de las botellas y reciclarlos aparte, aunque los equipos van mejorado para hacer que esa solicitud sea cada menos común:

«Los sistemas están preparados para reciclar ambos», apunta Nicola Cerentola, director de Ecologing, formador, consultor e investigador en economía circular, «pero la cuestión es que si están enroscados, se supone que se tiene que emplear más esfuerzo y un mayor gasto energético durante el proceso de separación mecánico».

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Entonces, ¿cómo debería de hacerse?

La oganización medioambiental Ecoembes recomienda depositar tanto las botellas como sus tapones en el contendor amarillo.

Lo reitera Alodia Pérez, responsable de recursos naturales y residuos de la ONG Amigos de la Tierra. «Su plástico suele ser de mejor calidad que el de las botellas pero debido a su tamaño reducido, si van sueltos, se podrían perder en el transporte hasta la planta de gestión o acabar en destinos distintos al del reciclaje de plástico tras pasar por las diferentes cribas, como en los diversos procesos para tratar los residuos (bioestabilización de la materia orgánica, digestión anaerobia, vertedero, incineradora). Esto conllevaría una pérdida de recursos, además de más contaminación plástica».

«En las plantas de clasificación», añade la experta, «las botellas que se separan adecuadamente acabarán en recicladores de plástico, que son los encargados de separar los tapones de las botellas para reciclarlos. Sin embargo estas plantas no están preparadas para separar productos tan pequeños, por eso es mejor que los tapones siempre vayan junto con su botella».

A la hora de comprar un producto fabricado con plástico, conviene prestar atención al Código de Identificación Plástico o RIC (Resin Identification Code) que consta de un número que informa sobre el tipo de resina, del 1 al 7, dentro de un triángulo acompañado debajo por una serie de letras correspondientes a las siglas del tipo de polímero plástico (PET, PEAD, PVC, PEBD, PP, PS y otros, respectivamente). «Afortunadamente, este tipo de indicaciones ya son cada vez más frecuentes en todos los objetos de plástico”, explica Cerentola. Los números del 1 al 6 son reciclables, el código 7 no.

«Un asunto añadido es que en el cuello de las botellas normalmente se queda enganchado el aro de seguridad del tapón», detalla Cerentola: «Los sistemas de reciclado suelen utilizar tecnologías basadas en la observación de la reflexión de la luz para analizar y determinar qué tipo de plástico es. Lo reciclan normalmente mecánicamente, y al llevar diferentes materiales implican un gasto energético mayor».

Tapones con fines solidarios

Por tanto, «lo ideal sería diseñar las botellas para que se pudieran separar fácilmente sus partes: el propio recipiente, el tapón, el aro de seguridad y la etiqueta, que se tiren todas al mismo contenedor, y que en las plantas de reciclaje se separen los diferentes tipos de materiales».

Existen, además, diversas fórmulas de recogidas de tapones con fines solidarios. Se organizan para recaudar fondos: el plástico de la calidad de los tapones de botella puede valer hasta 200 euros la tonelada. Eso sí, «las entidades que los recogen deben asegurarse de que las botellas acaban en las plantas de reciclaje, porque al salirse de los cauces oficiales, se pueden perder por el camino», advierte Alodia Pérez.

 


Redacción CiudadColorada.com | El Pais







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