Andrés Manuel López Obrador recibió este miércoles del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación la constancia de mayoría que lo acredita como presidente electo para el periodo 2018-2024.


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Aun faltan ciento dieciséis días para que termine el sexenio del presidente Enrique Peña Nieto y, sin embargo, en la opinión pública, el mandatario de México se llama Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

Desde el triunfo del candidato presidencial de la coalición “Juntos Haremos Historia” en las pasadas elecciones del 1 de julio –junto a la forma tan demoledora en que esta coalición llegó a la mayoría de gubernaturas, congresos y alcaldías- el ambiente en el país cambió de la incertidumbre a una cierta sensación de calma esperanzadora.

La bolsa mexicana no cayó, el precio del dólar no se disparó ni los inversionistas salieron huyendo del gobierno que prometió la Cuarta Transformación del país. Y la lupa, desde el 2 de julio, ha estado sobre cada paso y decisión del líder morenista como si ya gobernara la nación.

Entre los primeros cuestionamientos, estuvo el de las supuestas irregularidades del fideicomiso Por los Demás, con el que militantes y legisladores del Movimiento de Regeneración Nacional  (MORENA) apoyaron a damnificados del sismo del 19 de septiembre de 2017. Como era de esperarse, surgieron voces cuestionando la corrupción dentro del movimiento cuya principal bandera es luchar contra este problema.

Luego llegó el nombramiento del ex priísta Manuel Bartlett como futuro director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), que ha provocado críticas dentro de los más cercanos al próximo presidente.

“Había mejores opciones”, dijo quien fuera su jefa de campaña, Tatiana Clouthier, hija del excandidato presidencial Manuel J. Clouthier-  y también entre quienes no olvidamos que Bartlett es acusado de haber operado el fraude electoral de 1988 (él asegura que en realidad fue un chivo expiatorio) y de su implicación en el asesinato del periodista Manuel Buendía, en 1984.

Sí, con sus ambiciosas promesas de campaña, López Obrador se puso una vara muy alta para una sociedad que lleva casi cuarenta años en un sistema aceitado por la corrupción, que ha aumentado la desigualdad y la pobreza y en el que priva la injusticia para  miles de agravios; sí, pero aún no gobierna y la herencia que le deja Peña Nieto es pesada y está teñida de sangre.

El presidente le dejará a AMLO un saldo de deuda que llega a llegaron a 10.8 billones de pesos (530 mil millones de dólares) al cierre de mayo de 2018. Es el monto más alto del que se tenga registro y representa casi la mitad del PIB; es decir: el próximo mandatario llega con la bolsa ya apretada.

Además, desde el año pasado, se ha recrudecido la violencia en el país: en su más reciente informe, el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) reveló que 2017 ha sido el de mayor índice de homicidios en la última década, con 31 mil 174, es decir, cuatro cada hora.

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Con ello, el sexenio de Peña Nieto ha sido el más sangriento de las últimas décadas en un escenario que sigue agravándose. Mientras escribo esta columna, medios de comunicación mantienen en portada el asesinato de más de 30 personas en solo un día en la Ciudad Juárez, Chihuahua (noroeste) donde el 7 de agosto comenzará el proceso de consulta para la pacificación del país (promesa, de hecho, del nuevo gobierno).

¿Y dónde está Peña Nieto para explicar todo esto?

¿Dónde está para detallar en qué se gastó el dinero obtenido mediante deuda si durante su sexenio se cancelaron importantes proyectos de obra pública o por qué este aumento tan crudo de la violencia o por qué, a cuatro años de su desaparición forzada, siguen sin ser encontrados los 43 normalistas de Ayotzinapa?

La irrelevancia del actual presidente es tal que, desde los primeros días después de las elecciones, decenas de personas han ido día tras día a hacer fila afuera de la casa de campaña de López Obrador para presentarle peticiones o expresarle su apoyo; y su invisibilidad llega a tal grado que el último post que publicó en Twitter lo dedicó a felicitar a la selección nacional que fue a los Centroamericanos de Barranquilla.

Así que, de facto, quien gobierna es Peña.

Y López Obrador apenas recibirá su constancia oficial de presidente electo, la confirmación jurídica de su triunfo, el próximo miércoles 8 de agosto a las diez de la mañana.

Y será hasta entonces cuando iniciará, de manera formal, la cuenta regresiva hacia su toma de protesta, el próximo primero de diciembre, en un acto al que invitó al polémico socio del norte, Donald Trump, en un gesto de cordialidad que ha dado mucho de qué hablar entre los amigos del sur.

 


Redacción CiudadColorada con información de El Grilloweb.com







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