Miles de migrantes hondureños que buscan llegar a Estados Unidos descansaron en aceras, bancos y plazas públicas en la sureña ciudad mexicana de Tapachula, agotados por otro día de caminata bajo un ardiente sol.


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@CiudadColorada | AP

Miles de migrantes hondureños que buscan llegar a Estados Unidos descansaron en aceras, bancos y plazas públicas en la sureña ciudad mexicana de Tapachula, agotados por otro día de caminata bajo un ardiente sol.

Manteniéndose juntos para seguridad y fuerza, algunos se refugiaron bajo un techo de metal en la principal plaza de la ciudad el domingo por la noche. Otros yacieron exhaustos al aire libre, con apenas finas capas de plástico protegiéndoles de la tierra húmeda a causa de un fuerte aguacero vespertino. Otros ni siquiera tenían esa protección.

La creciente caravana de migrantes hondureños cruzó la frontera sureña de México el domingo rumbo a Estados Unidos, evadiendo a los agentes mexicanos que brevemente les bloquearon el paso junto a Guatemala.

A cada paso recibían ayuda de mexicanos solidarios en forma de alimentos, agua y ropa. Cientos de habitantes en pickups, camionetas y camiones de carga se detuvieron para permitirles subir.

El avance del grupo ha sido criticado fuertemente por el presidente estadounidense Donald Trump, que de nuevo fustigó el domingo al Partido Demócrata por lo que él considera un asunto ventajoso para los republicanos a poco más de dos semanas de las elecciones legislativas.

Tras culpar a los demócratas por “leyes débiles” de inmigración días antes, Trump dijo en Twitter: “Las caravanas son una desgracia para el partido Demócrata. ¡Cambien las leyes de inmigración ahora!”.

“Se hacen todos los esfuerzos para detener la arremetida de extranjeros ilegales para que no crucen nuestra frontera sureña”, dijo en otro tuit. “La gente debe solicitar asilo en México primero y, si no logran hacerlo, Estados Unidos los regresará. ¡Las cortes piden que Estados Unidos haga cosas imposibles!”.

El presidente electo mexicano Andrés Manuel López Obrador insinuó el domingo que Estados Unidos, Canadá y México trabajarían para elaborar un plan conjunto para financiar el desarrollo en áreas pobres de Centroamérica y el sur de México.

“No queremos acciones temporales porque si no se atiende el problema de fondo, la gente siempre va a buscar la posibilidad de mejorar. La gente no abandona sus pueblos por gusto, lo hace por necesidad”, dijo López Obrador, que toma posesión el 1 de diciembre.

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La caravana de migrantes, que comenzó hace más de una semana con menos de 200 participantes, ha atraído más personas a lo largo de la ruta y creció a unos 5.000 el domingo luego que muchos encontraron formas de cruzar de Guatemala a México mientras la policía mexicana bloqueaba el cruce oficial.

Más tarde, las autoridades en Guatemala dijeron que otro grupo de unos 1.000 migrantes habían ingresado a ese país desde Honduras.

En decenas de entrevistas a lo largo del viaje, los migrantes dijeron que huían de la extensa violencia, pobreza y corrupción en Honduras. La caravana es diferente de migraciones masivas previas por sus números sin precedentes y porque comenzó de forma mayormente espontánea.

Besi Jacqueline López, de la ciudad hondureña de San Pedro Sula, llevaba un oso de peluche dentro de un gorro invernal que se veía fuera de lugar en el calor tropical. El oso es el juguete favorito, y único, de sus dos hijas, Victoria de 4 años y Elisabeth de 3, quienes caminaban trabajosamente a su lado cubiertas de sudor.

Graduada en administración de empresas, López dijo que no encontraba trabajo en Honduras. Quiere llegar a Estados Unidos, pero se quedaría en México si puede hallar un empleo.

“Mi meta es encontrar trabajo para un mejor futuro para mis hijas”, señaló.

Cientos de migrantes presentaron solicitudes de refugio en Ciudad Hidalgo, en el sur de México.

Sin embargo, un grupo mucho más grande vadeó el río Suchiate desde Guatemala al lado mexicano de forma individual y por decenas a la vez, y resumieron la marcha al amanecer, de a 10 en fondo, sobre la carretera.

“¡Sí se pudo!”, gritaban.

Después de que los migrantes llegaran al puente fronterizo, la caravana creció incluso más durante la noche, a aproximadamente 5.000 personas.

No estaba claro de inmediato de dónde provenían los viajeros adicionales, puesto que unos 2.000 estaban reunidos en el lado mexicano el sábado por la noche. Sin embargo, a diario se han visto personas que se unen a la caravana y otras que la dejan, algunas avanzando a su propio ritmo y agrupadas en una serie de columnas.

Jesús Valdivia, de Tuxtla Chico, México, fue uno de varios que detuvieron su pickup para permitir que 10, incluso hasta 20 migrantes, se subieran a la vez, a veces causando que la suspensión del vehículo crujiera bajo el peso.

“Hay que ayudar al prójimo. Hoy es para ellos, mañana para nosotros”, dijo Valdivia, y agregó que estaba recibiendo un valioso obsequio de las personas a quienes ayudaba: “De ellos aprendemos a valorar lo que ellos no tienen”.

Los camiones de carga que pasaban eran abordados rápidamente por decenas de migrantes, y algunos mototaxis sobrecargados llevaban hasta seis personas.

Brenda Sánchez de San Pedro Sula, quien iba en la camioneta de Valdivia con tres sobrinos de 10, 11 y 19 años, le dio “gracias a Dios y a los mexicanos que nos han ayudado”.

Incluso tuvo palabras amables para la policía mexicana: “Estamos muy agradecidos con ellos porque, a pesar de que nos cerraron las puertas, vienen atrás de nosotros cuidándonos”.

La policía federal mexicana monitoreaba el domingo los avances de la caravana desde un helicóptero y algunas unidades la escoltaban.

A las afueras de Tapachula, unos 500 elementos de la policía federal se reunieron a lo largo de la carretera en camiones y patrullas, pero las autoridades dijeron que habían recibido instrucciones de mantener la fluidez del tránsito y no de detener a la caravana. Se dirigían hacia Tapachula antes de que los miles de migrantes los alcanzaran.

Mientras los migrantes pasaban por las comunidades mexicanas a las afueras de Ciudad Hidalgo eran recibidos con aplausos, cánticos solidarios y donaciones de comida y ropa por parte de los mexicanos.

María Teresa Orellana, residente del vecindario de Lorenzo, entregaba sandalias.

“Es solidaridad”, comentó. “Son nuestros hermanos”.

Las autoridades federales y del estado de Chiapas ofrecían apoyo a los migrantes, incluida asesoría legal para quienes solicitaban asilo, indicó la Secretaría de Gobernación de México en un comunicado. También difundió un video en el que se ve a empleados repartiendo comida y medicamentos, y proporcionando atención médica.

 








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